Conocí Oporto por unas cuestiones de trabajo a finales de los 90, pero en aquella ocasión solo pude ver la zona de Praça Ribeira.
20 años después junto a un grupo de amigos, vuelvo a visitar esta preciosa ciudad situada en la desembocadura Del Río Duero.
Gracias a las ofertas que lanza de vez en cuando una compañía de vuelos low cost (Ryanair), decidimos coger vuelos de ida y vuelta en el día para la ciudad de Oporto (20,00€). Puede parecer una locura, pero pude comprobar que no éramos los únicos que hicimos eso.
Llegamos al aeropuerto «Francisco Sá Carneiro» de Oporto que está situado al norte a unos 12 kilómetros del centro de la ciudad, allí nos dirigimos a La Oficina de turismo y compramos la tarjeta Andante 24 (7,00€) que permite el uso ilimitado del metro, los autobuses, los tranvías y algunos trenes de cercanías en Oporto durante 24 horas.
Desde dentro del aeropuerto se accede a la línea de metro, nosotros lo cogimos para ir a la parada Matosinhos Sul. Es otra ciudad distinta a Oporto, pero muy cercana en la que pudimos hacer fotografías en la playa a los surfistas que allí estaban practicando, además de La fortaleza que se alza en el borde meridional de la playa recibe el nombre de Castelo do Queijo, es decir, el Castillo del Queso. Este extravagante nombre tiene su origen en la roca sobre la que está construida la pequeña fortaleza, que se dice parece un bloque de queso. Dentro de la fortaleza del siglo XV (la entrada cuesta €0,50) se puede visitar un pequeño museo, además de disfrutar de las maravillosas vistas que hay a lo largo de la línea costera.
Una vez hecha la visita y unas cuántas fotos, repusimos fuerzas en una cafetería llamada “MixPâo” con unos bolillos salados de nombres graciosos (Hulk, Batman, Nani, Mickey) y cogimos el autobús número 500 hacia el centro de Oporto.
Nos bajamos en El Barrio del Bolhão con la idea de visitar el mercado del mismo nombre, menuda sorpresa cuando vimos que lo han derruido simplemente conservando sus fachadas.
Pasamos al Oporto literario y nuestra siguiente parada fue en Majestic, es un café histórico situado en la Rua de Santa Catarina. Importante por su condición de café tertulia donde se encontraban personajes de la vida cultural y artística de la ciudad, además fue considerado en el año 2011 como el sexto café más hermoso del mundo.
También fue allí donde J.K. Rowling Inició su proyecto de escribir Harry Potter, ya que por aquel entonces trabajaba como profesora en la Universidad de Oporto.
Continuamos el paseo por la ciudad y nos dirigimos a la estación Porto São Bento, famosa por sus paneles de azulejo y una de las estaciones de tren activas más bellas del mundo. También fuente de inspiración de J.K. Rowling para Hogwars Express.
Maravillados por esta fantástica estación seguimos el paseo hacia la librería Lello , al entrar en este lugar (previo pago de 5,00€) uno siente una magia especial, estilo neogótico, con las pareces altas y llenas de libros, techo de vidriera de colores y unas escaleras como protagonista central, que no deja duda de que J.K. Rowling pasaba allí bastante tiempo (recordemos que trabajaba a escasos 50 metros de profesora en la Universidad).
A la salida de esta librería encontramos la plaza Gomes Teixeira en la que vemos una fuente con Leones alados (podrían ser Grifos y haber inspirado a Dowling para imaginar el escudo de la casa Gryffindor). Este sería nuestro último punto de la visita a Oporto con tintes literarios en concreto con la saga de Harry Potter (dicen que en algún lugar hay una fábrica de escobas artesanas que algún día buscaremos en otra visita).
Dios mío eran pasadas las 15:30 de la tarde y estábamos sin comer, menos mal que mi amiga Nuria (maniger de @igerssevilla) nos había recomendado comer una buena hamburguesa en “Honorato Clérigos” según dicen las mejores Hamburguesas de Oporto y sin conocer las demás puedo decir que esta estaba exquisita.
Terminada nuestra parada para comer, fuimos andando hasta la PlaÇa da Ribeira Porto, allí es desde donde salen los barcos para las excursiones a los 6 puentes, una zona preciosa a orillas del Duero desde donde pudimos ver una puesta de sol espectacular desde el medio del puente Don Luiz I.
El puente de Luis I es, junto con la Torre de los Clérigos (tengo que decir que dos de mis compañeros de viaje si subieron a esta torre (10,00€) mientras yo visitaba la librería Lello), el símbolo por excelencia de Oporto.
Nuestro tiempo se acababa y tocaba iniciar nuestro regreso cogiendo un autobús hasta la estación de Trindade y allí la línea E (Violeta) dirección Aeropuerto.
Tras media hora de metro y el vuelo de regreso a casa, con las piernas dolidas y nuestras tarjetas de memoria llenas de fotografías, nos queda un buen recuerdo de esta ciudad tan acogedora y llena de lugares encantadores.
Sin duda, es una ciudad que volveré a visitar.